Teatros del Canal. Sala Negra.
Mayo 2024.
"Mis compañeros de velada me preguntaron al salir por mi opinión ... Soy culpable, Señoría, pero fue por amor. "
Salí de los Teatros del Canal siendo incapaz de hacerme una idea clara. Hacía tiempo que no iba al teatro, aquejado como algunos de mis compañeros de viaje escénico de una parálisis de interés ante la sobreabundancia de propuestas de representación que se escudan en la filosofía y la gracieta a partes iguales para intentar tapar el enorme agujero que engulle a nuestro teatro español.
Mis compañeros de velada me preguntaron al salir por mi opinión. Pero fui incapaz de contestar. Indagué, como suelo hacer, en las causas, y me parecieron evidentes casi desde el principio. Fui a ver FICCIONES impulsado por el entusiasmo de Luisa y de Pablo. Y eso, de toda la noche, fue sin duda lo mejor. Decir lo que pienso de forma inmediata me pareció traicionar esa generosidad, y no lo hice. Soy culpable, Señoría, pero fue por amor.
"Mis compañeros de velada me preguntaron al salir por mi opinión ... Soy culpable, Señoría, pero fue por amor. "
"Hubo chistes muy buenos, algunas imitaciones brillantes, y mucha intensidad ... no creo que el teatro se haga solamente con chistakos, imitaciones, gestualidades desbocadas o mucha intensidad. "
Por otro lado se merecían una respuesta. No porque mi opinión sea especialmente importante, sino porque no contestar sería una grosería. Así que escojo el camino de en medio y plasmo mi opinión en diferido y donde solía hacerlo antes de los Tiempos del Aburrimiento: aquí.
La obra, como me pasó otras veces con otras obras, me aburrió durante la mayor parte del tiempo. Hubo, a ratos, chistes muy buenos, algunas imitaciones brillantes, y mucha intensidad. Lamentablemente, como saben todos los que me conocen, no creo que el teatro se haga solamente con chistakos, imitaciones, gestualidades desbocadas o mucha intensidad. No es que no me gusten, es que no es suficiente. Ni de lejos.
"En esta obra no hay cuerpo sólido, y por lo tanto ni deconstrucción ni diseminación ... Descubrir que se puede deshacer el sentido dejando entrar al caos es excitante, divertido, y puede que muy audaz, pero no es arte."
Empezemos por la obra. Antes de leer el dossier me había apostado conmigo mismo una cena (siempre gano y sigo engordando a base de ganarme apuestas) a que las palabras “diseminación” o “deconstrucción” aparecerían abundantemente. Y así es. Lamentablemente creo que los autores del dossier o no han leido a Derrida, o no lo han entendido. Seré breve (famosas últimas palabras): no puede haber diseminación del sentido si no hay previamente sentido. No se puede deconstruir nada, si no hay nada que deconstruir. Y no había nada. La deconstrucción que da lugar a esa diseminación, es una operación quirúrjica de precisión, y solo puede operar sobre un cuerpo aparentemente sólido. En esta obra no hay cuerpo sólido, y por lo tanto ni deconstrucción ni diseminación. En vez de eso, lo que hay es una corriente constante de ocurrencias - algunas brillantes -, puestas adrede en riguroso desorden, de forma que no se pone límite a nada. Y el resultado es tan abundante y tan “diseminado” que acaba habiendo poco de algo, y mucho de nada. Y la nada no es deconstruible. Y mucho menos interesante. El arte es límite en el caos; es creación de sentido; es dirección para las miradas curiosas. Se puede oponer una corriente de creación de sentido a otra, y se pueden crear nuevas corrientes oponiéndose a las anteriores. Descubrir que se puede deshacer el sentido dejando entrar al caos es excitante, divertido, y puede que muy audaz, pero no es arte.
"¿qué está pasando? Nada. ¿Es divertido? A ratos, mucho. ¿Es teatro? Hay opiniones ... Es escuela."
¿Qué aparece ante nuestros ojos de público? Una sucesión de gags, imitaciones, frases ingeniosas, gestualidades indeterminadas, con las cuales vamos pasando el rato. ¿qué está pasando? Nada. ¿Es divertido? A ratos, mucho. ¿Es teatro? Hay opiniones para todos los gustos. Para mi, por ejemplo, es más de lo mismo: intérpretes muy intensos, capaces de mucho riesgo, que se dedican a hacer juegos de escuela de interpretación, (juegos de impro, de imitación, etc) y de ofrecerlos como si fueran teatro. Como si hacer teatro consistiera en coger esos juegos que uno aprende en la escuela y, cuando ya los dominas bien, ponerlos juntos sobre el escenario con un título. Viendo la procedencia de los intérpretes, me parece lógico. Después de asistir a algún fin de curso de las escuelas madrileñas de moda, me parece coherente que al salir sigan haciendo lo que les han enseñado, y además lo premien. ¿Es teatro? Lo veo un poco limitado para decir que es teatro. Es escuela.
Intento explicar la diferencia con un ejemplo: La escena de los Panero fue uno de los grandes éxitos de Ficciones. Pero era una caricatura. Aparecían la impertinencia vital de Michi, o la locura de Leopoldo, pero nada más. Nada aparecía de ese “mejor escritor español sin obra”, ni de esa relación imposible de todos ellos con la palabra. De la tragedia de la condena a escribir para tapar un desastre vital, ni rastro. No había profundidad alguna. Eso sí, la imitación fue graciosísima. ¿Para qué? Aun no lo se. ¿Por qué salían los Panero? Aun no lo sé. Como ejercicio de las escuelas madrileñas de moda, impecable. Como teatro, inexistente. No se construyó un personaje. Se imitó para crear una caricatura. Graciosa, pero insoportablemente leve. ¿Carlos Latre es actor? No. Carlos Latre es un genio de la imitación. Me encanta ir a verle y reirme con ese don excepcional que tiene. Pero no crea personajes. Son cosas distintas.
"Ficciones será un éxito ... Tiene todos los ingredientes que hacen falta para triunfar hoy en España."
No hay que preocuparse. Ficciones será un éxito, y la compañía Exlímite ganará muchos premios. Tiene todos los ingredientes que hacen falta para triunfar hoy en España. Hacen puestas en escena rapidísimas en las cuales todo se sucede a velocidad de vértigo. Los intérpretes son muy talentosos, intensos y capaces de asumir muchos riesgos en escena. Pueden imitar mucho y muy bien, y hacer muchos chistes seguidos. Y todos provienen de escuelas que nunca dejarán de premiarse a sí mismas para que el bucle se cierre y sea perfecto. ¿Qué puede salir mal?
Por mi parte, sigo creyendo que un salón de bodas hay que crearlo en escena; que ponerlo allí, tal cual, no me lleva a él de forma inmediata (sigo pensando con los grandes maestros que ¿para qué quiero a los actores si ya puedo construir el salón de palos y telas?, y total, si los puedo imitar exactamente iguales a la realidad de la vida, ¿para qué quiero hacer teatro?). Sigo creyendo que la intensidad, el riesgo y la imaginación son prerrequisitos para hacer teatro - y los intérpretes de ficciones iban sobrados -, pero no se hace teatro solo con eso. Un pintor tiene que tener intuición espacial, buen pulso, una mirada armónica, pero eso no es pintar. Pintar es una técnica que requiere de esos prerrequisitos, y además requiere aprender el manejo de los instrumentos, es decir, la técnica. Y hacer un buen cuadro requiere de todo lo anterior y además de trascenderlo. Al teatro le pasa lo mismo. Además de saber hacer juegos de escuela, hay que interpretar. Sigo pensando que para deconstruir una obra, primero hay que tener obra.
Tal vez toda la confusión venga del hecho de que en español "actuar" es tanto "interpretar" como lo que hace cualquier persona que se sube a un escenario y presenta algo ante un público. Un mago actúa, un mimo actúa, un cómico actúa, un intérprete actúa. Pero no todos hacen teatro.
Yo tengo dos amigos, Luisa y Pablo, que me llevaron al teatro a ver y oir teatro, y no puedo estar más agradecido independientemente de lo que vi y oí. Culpable, Señoría, pero fue por amor.
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