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Publicaciones Recientes

“Pero a veces la muerte Vuelve a acercar los labios De los que un día se amaron”

Beatriz Orrieta, Maestra nacional. Raquel Lanseros.


Invocación

Cuando ya no esté Seré mi nombre en el viento, y en una racha te besaré


Ah, sí, claro

La poesía

Saco de semen

Preclara with alternatives


¿Quien, o quién

La quiso?


El violador de la tierra

Ese no, seguramente

Pues renunció a la poesía

Por la fuerza


Y ella es el regalo de Hades

Ofrecido a través de terrones sagrados

Es guiño envenenado

Con dulce muerte

Palabras

Que

Ya no me suenan


Entiendo sin saber

Y así me consumo

Alegre

Hediondo

A sal y a almizcle


Y canto con los muertos


Tralarí

Tralaró

Un dos

Y se acabó


Tralarí

Tralará

Tres y cuatro

Y vuelta a empezar


Cuando mi cama se hace inmerecida

Cuando aborrezco su olor por lujoso

Se me aparece una sonrisa dormida

Que me entierra más y más en un foso


Hasta el fondo


Y es ahí que aparece Hades (bis)

Y su guiño ciego

Y las palabras se convierten en pájaros caníbales

Y el amor es una ausencia intolerable

Y la vida se cuenta no por días


Sino por lágrimas

Por lágrimas secas

Por quejidos

Por quejidos victoriosos


Siento esta muralla

Y sé que tú también la sientes


Spero tú la achicas

Gran Yanto

Pero es la que nos permite


Vi primero,

Y lleno hasta las trancas de luz

Caí después


Y quiero que sepas

Que sin lugar a dudas


Cuando ya no esté

Seré mi nombre en el viento


Cuando ya no esté

Seré la danza inconsciente

De las hojas en otoño


Cuando ya no esté

Seré el tacto anconú

Del océano ancoñosíbl


Cuando ya no esté

Te querr3 igual

En el viento – en el otoño – en el océano

Por


Lo sé

Lo fui


Más poesía en:



 

“Mi sangre se ha transformado en tinta.

Estoy envenenado hasta la médula.”

Jean Cocteau.


Invocación

Versos escribía Con tinta de sangre, y cada verso Cobraba vida


Hola, Baalas Taradczi, gran exégeta Hola, Johanna Dermosio, tremenda alquimista Hola, Amón Deúsimo, altruista y feliz envejecedor


Bienvenidos a este espacio mío


Tenéis los tres algunas cosas en común


Ninguno existís, salvo en este poema Si no fuera por él, no sé bien qué seríais, Aparte de una infinitésima posibilidad En un cuarto infinito lleno de infinitos monos


Y, ahora, los tres sois lo que sois,


Salvo tú Amón que fuiste también mujer y tal vez lo puedas volver a ser O tú, Johanna, que fuiste y sigues siendo perro, sin siquiera Y tú, Baalas, que fuiste un dios de género casi neutro, hasta que adquiriste conciencia desgraciada de ti, pobre e indigente


Sois tres, empecéis por donde empecéis la cuenta Y eso os une


Sois seres humanos, pero no del todo Y eso os une


Sois inexistentes, salvo en este espacio, Y eso, aparentemente, nos une


Os asesino consciente de que ya, Por virtud de vuestro ser arriba explicado, No podéis morir.


Por eso, generosamente:


FIN


Más poesía en:


 

El Cielo y la Tierra no tienen benevolencia, para ellos los seres sólo son perros de paja. El sabio no tiene benevolencia, para él las gentes del pueblo sólo son perros de paja

Tao Te King


Invocación

No me mires nunca más Y aunque te pida lo contrario, mírame Que no te quiero olvidar


Una escollera errática de propósito incierto Un levante desnortado, olas ignorando al viento Otro emblema sin nobleza, luz de triste sustento Y refulge y restalla en mis ojos el sol desierto Es otro perro muerto


Sirenas que atraen sirenas, ecos en desconcierto El peligro que se deslíe, el mar atado y lento Me llaman voces mudas, el amor flaco y hambriento Y yo sordo honorable para seguir a cubierto De ese otro perro muerto


Me escondo a ciencia cierta y un sueño muere despierto Palabra tras palabra tras palabra me sirven de ungüento “Aplicar sobre la herida”, dicen y cuento el cuento Que me permita olvidar que allí yace al descubierto Aún otro perro muerto


Otro perro que matamos y soy yo el que ha muerto Otro perro muerto que ladrando al sufrimiento Se dejó en el piche de mis ojos su último aliento Otro tú, otro yo, otro todos, es otro perro. Muerto.


Mira, otro perro muerto,


Uno, el primero Dos, no lo mires Infinitos, el infierno.


Más poesía en:


 

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