top of page
  • Pinterest
  • Black Facebook Icon
  • Black Twitter Icon
  • Black Instagram Icon

Publicaciones Recientes

Teatro Galileo

Enero 2021


La Lengua en Pedazos parte de un texto intenso, cuidado y escrito con conocimiento y con alma. A estas alturas no es necesario decir mucho más de Juan Mayorga, porque su carrera, larga y fructífera le preceden. La puesta en escena, bajo la dirección del autor, está hecha con el oficio enorme de dos buenos intérpretes, no tanto por el resultado, como por la búsqueda de la que son capaces.



Y es que además de belleza textual e intensidad interpretativa, también llamaban desde la oscuridad de lo no-hecho algunas oportunidades perdidas:


Será tal vez por razones extra-teatrales, pero no acabé de ver un esfuerzo completo y terminado a la hora de mostrar a alguien como yo – un espectador - una obra con una tensión creciente, y una resolución clara consecuencia de esa tensión. No cuento más por no anticipar con palabras lo que debe verse en el escenario, pero no vi claro el tránsito del inquisidor desde su posesión de la verdad acrítica hasta la seducción final. Parece que ocurrió de golpe. ¿No era ese el gran motivo de la obra? Un inquisidor que quiere convencer si puede, o destruir si lo anterior falla. Y una monja díscola que no quiere dejarse doblegar sin más razón que la autoridad pura y dura. El conflicto aparece todo el rato, desde el primer momento. Pero yo no lo vi evolucionar. Me faltó el viaje.



Era expresivo, sin duda, pero... ¿de qué?


Me desconcentraron algunos de los males endémicos del teatro español: una expresividad a fogonazos, en ocasiones claramente desligada del personaje. No entendí los cambios en la emisión vocal de Clara Sanchís, hasta el punto de que a veces parecía borracha por la forma de colocar la mandíbula. Se dejaba ir por una laxitud que me afectaba, porque me sacaba del personaje. Era expresivo, sin duda, pero ... ¿de qué? Sin embargo, cuando acometía con decisión, aunque no fueran momentos de mucha explosión, era fantástica y dejaba de ser Clara Sanchís para pasar a ser Santa Teresa. Me pasaba igual con el inquisidor, interpretado por Daniel Albaladejo. Había momentos de gesticulación manual que, yo al menos, no ligaba ni al personaje ni a la relación con su compañera. Y me sacaban de la obra. Sin embargo cuando su presencia intensa y su cuerpo se hacían cargo, aparecía un inquisidor temible. En ambos casos, tanto la voz de ella como las manos de él, parecían aún envueltos en un esfuerzo de improvisación para encontrar qué hacer, y a veces acababan en subrayados (digo “pienso” y me señalo la cabeza; digo que estoy leyendo y leo con las palmas las manos) que están por debajo de las muy evidentes capacidades de los intérpretes. No parecían un resultado final. Al final, no son males de nadie en particular, sino del teatro en España. A veces la ansiedad de la búsqueda de un resultado nos precipita y en vez de cortar verduras golpeamos una tabla.



Me gustó la propuesta de convento de La Loca de la Casa, y me pareció ligeramente desaprovechada e incluso a veces algo apresurada. Me quedé con ganas de ver más veces a las compañeras de Santa Teresa, y de disfrutar del juego de hacerlas aparecer y desaparecer.


Indudablemente la puesta en escena mereció la visita al teatro. Una historia de confrontación entre la verdad expresiva y la verdad represiva. Entre la franqueza sincera y humilde de la visionaria y el recato estéril de la autoridad, necesario para mantener el poder establecido. Y un texto verdaderamente hermoso.



 

¿Te ha gustado éste artículo?

Échale un vistazo a otras críticas teatrales.


Marat-Sade

Dirección de Luis Luque

Naves del Español el Matadero


Los Que Hablan

Dirección de Pablo Rosal

Teatro de la Abadía


Por Los Ojos De Raquel Meller

Dirección de Hugo Pérez de la Rica

Teatro Tribuñe


 

Links:




Juan Mayorga en Madrid Es Teatro: https://madridesteatro.com/juan-mayorga/


Teatro del Barrio.

Marzo 2021



El punto de partida lo prometía todo. Una actriz con presencia e intensidad; un texto de Aina Tur que nos iba a contar la historia de un viaje complejo, tanto interior como exterior; una escenografía extrañamente equilibrada y atractiva.


Desde esa promesa hacia una realidad teatral, Anna Alarcón empezó su historia hablando. Y luego siguió hablando.


Desde esa promesa hacia una realidad teatral, Anna Alarcón empezó su historia hablando. Y luego siguió hablando. Y como ella misma decía, mientras intentaba parir a esa protagonista, estaba pegada a una silla. El dolor del parto se prolongó durante minutos y minutos, todos pendientes del alumbramiento final. Y éste ocurrió muy avanzada la obra, cuando Anna dejó de ser Anna y pasó a ser esa persona asustada, intensa, con cuerpo, que se movilizaba para expresar. Desde lo que yo creo que es y quiero que sea el teatro, la obra comenzó ahí. Hasta ese momento, el texto tiránico, abusador, desconsiderado con la actriz, aplastaba la representación. Dicho en glosa bíblica, si tu silla te molesta, no hace falta que te la arranques, pero intenta levantarte, aunque fracases y sigas sentada. Así sabré que estás realmente pegada a la silla. De igual manera, el mango, para el público, no se va a caer por un efecto sonoro, sino por lo que le pasa al personaje cuando cae y por cómo afecta a su conflicto.



La pregunta sigue brillando en los pasquines imaginarios de mi west end particular ... ¿qué es teatro? Y ayer, en la Sala Triángulo, ¿qué es un monólogo?


Independientemente de qué recurso se elija para monologar, la existencia de un conflicto es imprescindible, como lo es el desarrollo de ese conflicto. Me quedo con la imagen del personaje subido a la silla o trabajando el agua. La obra estaba, seguramente, ahí. Y el conflicto también.



Marc Salicrú elaboró una escenografía golosa, en la que mi parte de actor quería perderse y averigüar qué daba de sí. Un espacio acotado y tres elementos para elaborar una combinatoria imposible. Un espacio para crear. Durante demasiados minutos, estuvo desaprovechado. Todo señala a una revolución pendiente en la escenografía española: Es quizá hora de empezar a transformar lo decorativo, y darle la dignidad de lo instrumental. Anna se perdió la oportunidad durante gran parte de la obra de averigüar qué había allí para su conflicto. Un conflicto apenas esbozado. Y con sus condiciones, tan prometedoras, me dejó el sabor de una dirección perdida, más pendiente de las palabras que del teatro.


Hay que decir también que fue un estreno. Y los carga el diablo. Con todo, fue una función interesante, incluso aunque brille más por lo que dejó sin hacer que por lo dicho.




¡Esta obra termina este domingo 7 de marzo!

¿Te gustaría formar tu propia opinión? Sigue el link para conseguir entradas:



 

¿Te ha gustado éste artículo?

Échale un vistazo a otras críticas teatrales.


La Panadera

Dirección de Sandra Ferrús

Sala de la Princesa, Teatro María Guerrero


Los Que Hablan

Dirección de Pablo Rosal

Teatro de la Abadía


Por Los Ojos De Raquel Meller

Dirección de Hugo Pérez de la Rica

Teatro Tribuñe


 

Links:




Teatro María Guerrero / Sala de la Princesa

Marzo 2021



En otras ocasiones las propuestas que he visto me han hecho dudar de cómo clasificar lo que veía. En este caso no. Era teatro.


La Panadera tiene todos los elementos necesarios para ser una buena obra: un texto dramático que presenta un conflicto actual, unos intérpretes con energía e intensidad en la escena, y un trabajo serio y dedicado. La representación rezumaba fe, y eso es de agradecer. En otras ocasiones las propuestas que he visto me han hecho dudar de cómo clasificar lo que veía. En este caso no. Era teatro. O lo que es lo mismo, la construcción de unos personajes en conflicto; o la construcción de un conflicto a través de unos personajes, que no es lo mismo, pero aquí y ahora, es igual.



Sandra Ferrús propone a través de su dirección, de su texto y de su interpretación ... ¿qué nos propone? Y aquí comienzan las dudas. Y lo agradezco, porque es lo que me motiva para escribir. Sería fácil centrar el conflicto en las consecuencias de la publicación de un vídeo de contenido sexual, y de ahí pasar a los peligros de la redes sociales, del deseo de figurar ... Pero eso no es lo que pasa en escena. Lo que estaba en juego allí era en qué consiste una convivencia voluntaria y qué ocurre cuando un hecho como el planteado la pone en cuestión. ¿El amor lo puede todo? E incluso, ¿qué tipo de amor lo puede todo? Supongamos que Romeo y Julieta sobreviven, y acaban viviendo juntos. ¿Qué pasa con ese amor después?



... la energía inagotable de Sandra Ferrús a veces se convierte en algunos excesos expresivos que atrofian al personaje y resaltan a la actriz.


Fiel a la forma de entender la interpretación, más allá del acierto inicial, me surgen algunas dudas más. ¿Por qué a veces me iba de la obra? Por un lado está la introducción de la sesión de sicoterapia. No la entiendo, y más allá de una excusa para traer recuerdos e información, no veo cómo afecta al conflicto principal. De hecho, sin ella tal vez hubiéramos podido asistir a una puesta en peligro aun mayor de la relación entre Aitor (Martxelo Rubio) y Concha (Sandra Ferrús). Además crea una pendiente peligrosa por la cual es fácil precipitarse del teatro al sicodrama. Por otro lado la energía inagotable de Sandra Ferrús a veces se convierte en algunos excesos expresivos que atrofian al personaje y resaltan a la actriz. Es de agradecer que el gran oficio de ésta haga que, cuando no sabe qué hacer, lo supla con una actitud enérgica. El paso a la creación de un personaje es el siguiente, pero no siempre se daba. También me resultó extraño el acento que trataba de ser rústico, especialmente en César Cambreiro haciendo del padre/abuelo/suegro Ramón. Consisitía en comerse algunas letras en algunas palabras. Quizá faltó algo de trabajo para conseguir ese habla verdaderamente popular. No necesariamente imitándolo (incluso mejor si no lo hacen), sino construyendo algo diferente y completo.


Creo que la aparición del vídeo como recurso escenográfico aún no ha alcanzado una integración plena. Y es normal, porque ¿cómo se incorpora al supuesto enemigo? En este caso no pasa de ser una forma de ambientación, decorativa, pero probablemente innecesaria. Nos falta investigar más – tal vez perderle el miedo -, y saber cómo se incorpora esa técnica en una escena de forma realmente significativa. No a La Panadera en concreto, sino a todos aquellos que intuimos que el vídeo debe pasar a ser un recurso poderoso en el teatro actual.



Disfruté de la obra, aceptando el reto que proponía, y dejándome llevar en muchas ocasiones por los personajes. Disfruté con la entrega y la energía de los intérpretes, y fue, en muchos sentidos buenos, teatro. Espero que Sandra Ferrús siga dando rienda suelta a su energía y su imaginación.


El público estuvo bien, sin influir en la obra, y dando a los intérpretes un merecido aplauso final, acorde a lo que habían propuesto y a cómo lo hicieron.




¡Esta obra termina este domingo 7 de marzo!

Consigue tu entradas através de este link:



 

¿Te ha gustado éste artículo?

Échale un vistazo a otras críticas teatrales.


Marat-Sade

Dirección de Luis Luque

Naves del Español el Matadero


Los Que Hablan

Dirección de Pablo Rosal

Teatro de la Abadía


Por Los Ojos De Raquel Meller

Dirección de Hugo Pérez de la Rica

Teatro Tribuñe


 

Links:




¡Subscríbete!
Mantente al tanto de nuestras últimas publicaciones.

¡Gracias!

elmonoinfinitoblog@gmail.com  |  Tel: 649 990 956

  • Pinterest
  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram
bottom of page